miércoles, 20 de agosto de 2008

DE LUTO

Por la tragedia aérea que entristece a España y a todos quienes llevamos en nuestros corazones a este gran país.

sábado, 2 de agosto de 2008

Ya nada es como antes

Hoy decidí llevar a mi hermanita al Museo de los Niños.


Y es que quería que ella recordara para siempre ese paseo, de la misma forma como yo recuerdo el paseo en el cual lo visité por primera vez. Recuerdo que fue allí donde aprendí que de la unión entre un hombre y una mujer se creaba un niño, que la Tierra además de dar vueltas alrededor del Sol, gira sobre su propio eje, que una gusano podía convertirse en mariposa, que el ser humano ha pasado por muchas etapas antes de ser como somos. Más tarde me dijeron que eso que quedó para siempre en mi mente se llamaba concepción, movimientos de traslación y rotación, matamorfosis y evolución. Pero yo les juro que no lo aprendí en el colegio, a mí todas esas cosas me las enseñó el Museo de los Niños.

Por eso es que hoy decidí llevarla, quería que ella entendiera lo lindo de aprender cosas "de grandes" en un idioma de "niños", con colores, muñecos y música, y así lo hice. La llevé.


El Museo de los Niños, para quienes no lo conocen, está ubicado en Caracas. Es una fundación de carácter público (es decir, administrada por el Estado).


Desde que estábamos en la cola para comprar las entradas (porque aquí lo público no debe confundirse con "de libre acceso", o "gratis". No, aquí los venezolanos pagamos por todo), notamos como los espacios estaban muy deteriorados. Las paredes rayadas, bombillos quemados, cero personal de mantenimiento, cero vigilancia. Así y todo, compramos las entradas y entramos. Decirles que lo que vi no tenía nada que ver con lo que el Museo de los Niños era para mí, es poco. 8 de cada 10 exposiciones y atracciones no funcionaban, estaban rotas.


Gabriela me miraba como diciendo: "¿y esto se supone que era lo que me prometiste que me gustaría?, esto no me gusta. Me quiero ir ya. Aquí no aprendo nada. Nada sirve". Al final del día, eso que yo notaba en su mirada, me lo dijo.


A mí todo esto me entristeció bastante. No es posible que un gobierno preste tan poca atención a uno de los pocos espacios para el conocimiento con el que cuentan los niños de mi país. No es posible que un país llegue tan bajo... y sigamos bajando. Cómo es que sí hay dinero para financiar grupos terroristas, para regalar a otros países, para comprar armas, para despilfarrar de una manera tan grosera en beneficio personal mientras se bandea el descarado e inacabado lema de "Socialismo del Siglo XXI".


Hoy descubrí que esta absurda "Revolución" también acabó con la ilusión de enseñarle a mi hermana algo de lo marcó una linda parte de mis recuerdos de niña. Venezuela es otra. No hay duda. Otra en la cual la educación de los niños no importa. Si en algo son coherentes "nuestros gobernantes" es en entender que sólo la ignorancia aplaude el circo que han armado. Por eso aquí nada que tenga que ver con valores, cultura y educación tiene futuro. No sucede lo mismo con el adoctrinamiento, eso sí que está a la orden del día.


Gaby es una niña muy inteligente. Ella sabe lo que es bueno y lo que es malo. Hoy le dije que todo lo malo en la vida es transitorio... Así que cuando el circo acabe, y los payasos dejen de reír y nos permitan -finalmente- ser libres, la historia será otra. Por los momentos, ella debe estudiar, terminar de aprender a leer... ella es el futuro. Así que el futuro será bueno.